Durante tres años estuve azuzando al perro.
Le enseñé a ladrar, y le pinchaba en sus cuartos traseros con una lezna. Y sólo le daba de comer hígado rancio. Y todo fue bien: ladraba a todos los que se acercaba a mi finca. Amigos o enemigos, daba igual. Mi perro ladraba alto y claro, y en todo el valle se oía su ladrido. Los vecinos evitaban mis terrenos, con aire de culpa, ante los aullidos acusadores de mi perro.
Hoy quiero llevarme mejor con quienes cerca de mí viven.
Pero mi perro está medio loco, y no deja de ladrar, y hasta de morder. Después de tres años de excitación continua, no sé cómo calmarlo.
6 comentarios:
Lo has descrito MUY bien, Babeuf. Así es... pero el perro no lleva siendo azuzado tres años... ¿te acuerdas del doberman? Esta táctica la usaron ya hace tiempo, en la era Cascos...
La repulsa de los demócratas es unánime. La gente de la calle no sabíamos de colores, hasta que estos indecentes le pusieron colores al dolor.
Es repugnante.
¿Es cierto el rumor de que el TC le está preparando un bozal ??
Cuando se enseña a atacar, cuando al perro le haces oler la carne cruda nunca más va a ser un perro dócil, cariñoso y sobre todo leal... LEAL, gracchus... dónde quedaron esas enseñanzas. Y esos perros jamás podrán vivir en compañía de humanos.
Llevo varios días "recogida", solamente leo, os mando alguna presentación que me resulta especialmente sugerente de las decenas que me llegan... estoy pensando y analizando... va a ser escandalosa la derrota de los adiestradores de perros, es justa, necesaria y servirá, no tengo la menor duda, de catarsis de esta época mediocre, obscena, que estamos viviendo. Lo necesita España y sobre todo muchos españoles, la mayoría, que quiere salir de ese adiestramiento para la barbarie.
Gracchus: el texto,como siempre, en el centro de la diana. Y después, ver a esa gente vociferando, insultando, con la yugular hinchada me produce una mezcla de indignación y tristeza: ¿Cómo se puede llegar a eso?
Qué señoras tan finas¡ qué caballeros tan elegantes¡ la derecha española y su estilo inconfundible.
Mucho odio acumulado, y jaleado cada día con el sermón de la mañana, las lecturas mundanas, las proclamas genovesas, y el no saber perder.
El daño que están haciendo a la convivencia es profundo.
Pero no está mal que veamos sin careta a los poderes fácticos de siempre. A mí no se me va a olvidar nunca. Ya vendrán en el futuro viajando al centro... Yo les recordaré sin careta.
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