viernes, 21 de noviembre de 2008

Texto sencillo lleno de sentido común.

Reproduzco un texto sencillo cargado de sentido común.



El asunto de la Memoria Histórica no se entiende muy bien fuera de nuestras fronteras, a parte de que ningún país lo llama así. Los países que han pasado este trámite, o que aún lo están pasando con total normalidad, no comprenden el revuelo que están organizando algunos con eso, tan humano, de recuperar los huesos de un familiar para llevarlos al cementerio.


Fuera de España, el tema está más que superado, y se lleva haciendo años, sin tanto aspaviento y sin tanto pique judicial por ver quién manda más. Se lo han tomado de una forma más caritativa y menos política.


Hombre, bien es cierto que los militares golpistas en Argentina no querían que se buscaran los huesos de desaparecidos porque se les vería el plumero, ni a los fieles del sanguinario Pinochet les gustó que las familias recuperaran los huesos de los asesinados. Pero quizá sea conveniente dejar de mirarnos el ombligo, y saber que no hemos inventado nada.


Mejor ir a los ejemplos: Estados Unidos, aún hoy, está recuperando restos de sus caídos en Vietnam, y hay un departamento del Pentágono buscando y rebuscando en fosas y analizando esos restos para devolverlos a los familiares. Cada dos por tres se realizan entierros con todos los honores en el cementerio de Arlington, para dar sepultura a estadounidenses muertos hace cuarenta años. Nadie ha dicho en Estados Unidos que se deje de remover la memoria.


En Alemania, hay varias asociaciones, apoyadas por el estado, para abrir fosas por toda Europa. Los que se pueden identificar, se devuelven a las familias en Alemania, si así lo quieren. Y si no, se instalan cementerios con sus cruces y sus lápidas, para que los descendientes tengan un punto de referencia de dónde están sus muertos. Nadie en Alemania ha dicho que se deje de remover la memoria.



En Argentina, hay equipos multidisciplinares abriendo fosas con víctimas de la dictadura militar, para identificar los huesos y entregarlos a las familias. Nadie en Argentina ha dicho que se deje de remover la memoria. Nadie, salvo los militares autores de las matanzas. Son ellos los que dicen eso de: “Dejad a los muertos en paz”.


En Chile sucede tres cuartos de lo mismo. Y en Guatemala, donde se están abriendo fosas de mayas asesinados por los militares. Y en Bosnia-Herzegovina, y en Perú, y el Bolivia. ¿Que el asunto es incómodo? Sin duda. Pero ponerse una venda en los ojos, e imponer que se la pongan las familias afectadas, no hace ningún bien. Muy al contrario: Mantiene la herida abierta.


Algunos dicen que las heridas de la guerra se abren por recuperar a los muertos, pero como no han hablado con los afectados, la mayor parte muy ancianos, no les han oído decir que la herida nunca se había cerrado. Llevaba sin cicatrizar casi setenta años. Curiosamente, en cuanto ponen la lápida en el cementerio, dicen que la herida desaparece. No habría que dudar de sus palabras, porque coinciden todos los que lo han hecho hasta ahora, y son unos cuantos miles. Además, no se entiende esta pelotera contra las exhumaciones: Cuando durante el gobierno de José Mª Aznar, el Congreso aprobó ciento y pico mil euros para exhumar a los enterrados de la División Azul, y traerlos a España, nadie dijo ni mú. Nadie dijo a las familias que dejaran a sus muertos en Rusia.


Hay mucho desmemoriado con esto de la memoria histórica.


Nieves Concostrina, Radio 5, Todo Noticias.(Transcrito por Gracchus Babeuf, inspirado en El Valín, donde se oye el corte original.).


jueves, 20 de noviembre de 2008

Objetivo Birmania

Esa noche pusieron en la tele una película de guerra excelente. Dió igual que terminara tarde. Mis padres intuían que al día siguiente no habría colegio.





Nos hacemos viejos, y todavía tenemos tareas pendientes.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Joven blanco rico muerto.

Un joven magrebí de 19 años fue apuñalado mortalmente en el corazón, el pasado julio en Fuenlabrada, en la puerta de una discoteca. No he sido capaz de encontrar su nombre en Internet. No queda recuerdo. Era de piel oscura, e inmigrante.
Otro magrebí fue asesinado a lo largo de este año 2008 en Alcorcón, delante de una discoteca, pero tampoco queda recuerdo de su nombre ni de su cara. Sólo se recuerda que era de origen marroquí, oscuro de piel, probablemente musulmán, inmigrante y pobre.
El angoleño Ndombele Augusto Domingos no era de piel oscura. Era directamente negro. Fue apuñalado hasta la muerte delante de otra discoteca, en Costa Polvoranca. También era inmigrante, y pobre, claro. El vigilante jurado de la disco fue absuelto, porque nadie pudo respaldar la declaración de la única testigo del asesinato. Es lo que tiene ser único testigo.
Recientemente han asesinado a Álvaro Ussia Caballero. Todo indica que los porteros de una discoteca le dieron una paliza hasta reventarle el corazón.
Esta muerte nos ha conmocionado a todos, los compañeros de clase del asesinado han sido recibidos por el Alcalde y por la Presidenta Regional, y se va a cambiar la regulación de los porteros y demás matones.
Esta vez, la víctima era blanca y con dinero.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

La Presidenta está desnuda


Esto es como el cuento del vestido nuevo del rey. Nadie se atreve, en su entorno, a denunciar su ignorancia. No solo como persona, que también, sino como gestora.


Hace quince días, y ante la situación de endeudamiento crítico de la Comunidad de Madrid, que se acerca al precipicio, y a no poder pagar ni nóminas ni la factura de la luz, la Presidenta dijo: “Pues yo pensaba que eso de las concesiones y los peajes en la sombra era gratis, y ahora resulta que estamos endeudados hasta las cejas”.


El que no lo quiera creer, pues que no lo crea, pero lo dijo.



sábado, 8 de noviembre de 2008

21 de enero, miércoles.

El 20 de enero tomará posesión el nuevo presidente Obama.


El 21 de enero, hay que cerrar Guantánamo.






jueves, 6 de noviembre de 2008

Confesión


No soy François Noël Babeuf. No soy el invencible revolucionario, auténtico pionero del socialismo en los últimos gloriosos días del siglo XVIII. El inventor del comunismo, cuando el comunismo no tenía nombre, pero sí razones.


Sólo soy un trabajador, solidario, que cuando mira a sus hijos, y a sus vecinos o a los compañeros del trabajo, cree que otro mundo es posible. Que afortunadamente ha podido viajar, y en parte por el tercer mundo.


He visto a ancianos ciegos, que con una sencilla operación de cataratas podrían recuperar la vista. He visto niños con secuelas de la poliomelitis, que si hubieran nacido en Europa estarían sanos, pero que arrastraban sus piernas atrofiadas por las calles de Dakar. He visto las ratas en las calles de los barrios indígenas de Guatemala, o el agotamiento, tras la jornada de trabajo, en las paradas de autobuses de La Habana, mientras me comía una langosta a la plancha. Cuando salía de mi hotel africano, un leproso me saludaba con su mano sin dedos. En Sumatra, las prostitutas infantiles me ofrecían sus masajes en la playa, incluso delante de mi pareja, porque se acababa el día y no habían ganado bastante. He oído a un terrateniente colombiano reprochar a los “revoltosos”, que querían educación “hasta para los hijos de los pelaos”. He visitado países musulmanes, donde todo el peso de la producción recaía en las mujeres, mujeres que no tenían derecho ni a su propio nombre. Ni a su propio rostro.


No soy el revolucionario incansable. También necesito de la esperanza. Ya he perdido demasiadas luchas, demasiadas elecciones, y demasiadas oportunidades.


Lo repito: No se puede pedir a un lobo que coma hierba. No se puede pedir a un imperio que no se comporte de forma imperial.


No creo en los Reyes Magos, ni en el Ratoncito Pérez (dado el estado de mi dentadura, me gustaría creer). Pero, sin vivir en el país de caramelo, tengo derecho a ilusionarme.


Recuerdo el 19 de julio de 1979. Las tropas del Frente Sandinista de Liberación Nacional entraron en Managua. ¿No influyó la tolerancia de la administración Carter en la victoria de la revolución sandinista? Y el acoso de la siguiente presidencia, la de Reagan, al sandinismo ¿No influyó en su derrota?


Quiero esperar que el próximo presidente del Imperio tenga un punto de vista más multilateralista. Al menos es capaz de situar a casi todos los países en el mapa. Ha vivido fuera de los Estados Unidos, y ha tenido contacto con gente de otras religiones. Es probable que su coeficiente de inteligencia duplique, o triplique, al de Bush.


No es el redentor del mundo, ni el apóstol de ninguna revolución. Es otro presidente capitalista, del imperio capitalista. Pero espero que asesine menos. Sé que asesinará.


Lo confieso: No podré mi cabeza bajo una guillotina, ni entraré en el palacio de invierno, con una bandera roja en una mano, y un fusil en la otra. No veré la tierra de los iguales. Es posible que traicione a Babeuf.


Pero me agarro a cada esperanza con uñas y dientes.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Kennedy, Obama y yo.


No soy contemporáneo de Kennedy. Aunque la impresión que le provocó a mi madre su asesinato estuvo a punto de adelantar mi llegada al mundo, tardé tres días más en nacer. Desde entonces estoy oyendo hablar de la Nueva Frontera, y de las esperanzas frustradas que su presidencia provocó.


Cuando yo era sólo un niño, mis padres acostumbraban a levantarme de la cama y ponerme delante de la vieja Telefunken en blanco y negro, para que no me perdiera lo que ellos pensaban que eran acontecimientos históricos. Gracias a ese hábito, asistí a la llegada de Armstrong a la luna, o a legendarios combates del Morrosko de Cestona.


Esta mañana, poco antes de las seis, la radio que duerme bajo mi almohada levantó el tono de voz, y me dijo: “Levántate, que va a pasar algo”.


Encendí la tele a tiempo para seguir en directo el discurso de un mulato que, tras dar las gracias a familia y colaboradores, como si fuera la entrega de los Goya, habló de una votante. De una votante de 106 años, negra, nacida sólo una generación tras el fin de la esclavitud, y que a lo largo de su vida había enfrentado retos como la conquista del derecho a voto, la lucha por los derechos civiles, la guerra mundial... Y de cómo, en cada una de esas ocasiones, alguien dijo: “Yes, we can”.


No soy optimista, pero no renuncio a la esperanza. No se puede pedir a un lobo que coma hierba, ni a un imperio que no se comporte de forma imperial. Pero necesito pensar que el siglo XXI no será el siglo de las Torres Gemelas, de la matanza de Atocha, o del bombardeo de Bagdad.




Pero no acompañó a Eduardo

Pero no acompañó a Eduardo