¿A quien vas a matar hoy, a las doce de la noche? Lo has hecho otras veces.
Habéis roto el alto el fuego, y en algo se tiene que notar. Podéis tenernos varios días en vilo, esperando las noticias de la radio, o la interrupción de un programa de televisión.
Puedes escoger un objetivo fácil. Lo has hecho otras veces. ¡Hay tantos concejales en pueblos pequeños!.
Es fácil. Le pones una bomba magnética bajo el coche. Igual no lo matas. Pero seguro que le arrancas las piernas.
Lo has hecho otras veces: Un jubilado del ejército o de la Guardia Civil. Cerca de ochenta años. Sale a por el pan y el ABC. Te acercas por detrás y, toma, un tiro en la nuca. Lo has hecho otras veces.
Puedes escoger objetivos enormes, espectaculares, pero con pocos muertos. Como el aparcamiento de la T-4, Barajas.
Recuerda que igual hay ecuatorianos que dormían en el coche. Seguro que no buscabas muertos, pero la vida es así. A tí te da igual.
Puedes mandar un paquete a un periodista. Puede quedarse sin manos, o sin ojos. Lo has hecho otras veces.
Lo has hecho otras veces.
Puedes dejar paquetes bomba en un portal. Si un niño le da una patada, no es culpa tuya. Lo has hecho otras veces.
¿A quién vas a matar esta noche, a las doce?
Habéis roto el alto el fuego, y en algo se tiene que notar. Podéis tenernos varios días en vilo, esperando las noticias de la radio, o la interrupción de un programa de televisión.
Puedes escoger un objetivo fácil. Lo has hecho otras veces. ¡Hay tantos concejales en pueblos pequeños!.
Es fácil. Le pones una bomba magnética bajo el coche. Igual no lo matas. Pero seguro que le arrancas las piernas.
Lo has hecho otras veces: Un jubilado del ejército o de la Guardia Civil. Cerca de ochenta años. Sale a por el pan y el ABC. Te acercas por detrás y, toma, un tiro en la nuca. Lo has hecho otras veces.
Puedes escoger objetivos enormes, espectaculares, pero con pocos muertos. Como el aparcamiento de la T-4, Barajas.
Recuerda que igual hay ecuatorianos que dormían en el coche. Seguro que no buscabas muertos, pero la vida es así. A tí te da igual.
Puedes mandar un paquete a un periodista. Puede quedarse sin manos, o sin ojos. Lo has hecho otras veces.
Lo has hecho otras veces.
Puedes dejar paquetes bomba en un portal. Si un niño le da una patada, no es culpa tuya. Lo has hecho otras veces.
¿A quién vas a matar esta noche, a las doce?
6 comentarios:
Tremendo. Escalofriante. Te lo enlazo, compañero.
Así de fuerte, así de real. Exactamente igual que los encogimientos de hombros que sucederán a cualquiera de las macabras posibilidades que ofreces.
Muy fuerte la entrada pero real como la vida misma.
Un beso.
Así es, gracchus, ni más ni menos... y otra vez con el miedo en el cuerpo, por ti o por los tuyos...
Y otra vez la pena por otra oportunidad perdida y por la certidumbre de que van a volver las lágrimas...
si.. q dolor...
Es terrible, no requiere mucho comentario. No quiero ni pensar en el después.
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