jueves, 22 de marzo de 2007

Un amigo y un visitante me regalan...

Mi amigo Daniel Isaac, me regala un poema de Jaime Sabines, de quien nada sabía:


Confiaremos en la mala memoria de la gente,

ordenaremos los restos,

perdonaremos a los sobrevivientes,

daremos libertad a los encarcelados,

seremos generosos, magnánimos y prudentes.


Nos han metido las ideas exóticas como una lavativa,

pero instauramos la paz,

consolidamos las instituciones;

los comerciantes están con nosotros,

los banqueros, los políticos auténticamente mexicanos,

los colegios particulares,

las personas respetables.


Hemos destruido la conjura,

aumentamos nuestro poder:

ya no nos caeremos de la cama

porque tendremos dulces sueños.


Tenemos Secretarios de Estado capaces

de transformar la mierda en esencias aromáticas,

diputados y senadores alquimistas,

líderes inefables, chulísimos,

un tropel de putos espirituales

enarbolando nuestra bandera gallardamente.


Aquí no ha pasado nada.

Comienza nuestro reino.


Y el visitante, Imperialisto, otro (no cita autor), que mi torpeza me impide entender:


Ahora ya es tarde. Quisimos

tocar con las pobres manos

el prodigio.

Ahora ya es tarde: sabemos.(No supimos lo que hacíamos)

Ya no hay caminos. Ya no hay

caminos. Ya no hay caminos.

(Reunión de personas respetables, según Don Francisco de Goya).

3 comentarios:

Daniel Isaac dijo...

Si te gusta la poesia este hombre, Jaime Sabines, es de lo más enorme que he leído.
Su "Adán y Eva" es genial.

Gracias Babeuf.

Sueñen cosas hermosas.

Anónimo dijo...

Si señor!
Doy fe...
Salut!

J. G Centeno dijo...

Venía de dar un paseo por el campo con el perro, hoy es viernes y alguna ventaja tenía que tener vivir en Alpedrete, y he entrado en tu bitácora Monsieur Babeuf y he recordado un poema de Pedro Salinas que con mucho gusto te regalo:

Entre el trino del pájaro
y el son grave del agua.
El trino se tenía
en la frágil garganta;
la garganta de un bulto
de plumas, en la rama
y la rama en el aire
el aire en el cielo, en nada.
El agua iba rompiéndose
entre piedras.Quebrado
su fluir misterioso
en los guijos, clavada
a su lecho, apoyada
en la tierra, tocándola
lloraba
de tener que tocarla.
Tú vacilaste: era
la luz de la mañana.
Y yo, entre dos cantos,
tu elección aguardaba.
¿Qué irías a escoger,
entre el trino del pájaro,
fugitivo capricho,
-escaparse, volarse-,
o los destinos fieles,
hacia su mar, del agua?

Esperemos que podamos escoger durante mucho tiempo nosotros y los que nos siguen, que sigan existiendo cantos y guijos, trinos y arroyos. Que no nos los cambien por ladrillos y cemento, especulación y tedio.
¡A relajarse el "el finde" que nos cambian la hora.
Un abrazo a Babeuf y los que les gusta la poesía.

Pero no acompañó a Eduardo

Pero no acompañó a Eduardo