Enfermedades inoculadas.

En el Barrio del Pilar, unos vecinos repartían panfletos contra los parquímetros, y contra el cierre norte de la M-30. Le ofrecieron uno a un transeúnte octogenario, que lo rechazó, mientras les llamaba “rojos de mierda”. Fermín, le contestó “eso me lo dices a la cara” . Sin mediar más palabras, le atizaron un bastonazo en la cabeza, y al hospital.


Esperanza Aguirre monta para Telemadrid un acto de colocación de primera piedra en la prolongación del metro al barrio de La Fortuna, en Leganés. Como ya he comentado en otro sitio, la Presi no se fía de los vecinos, por lo que acarrea a jubiladitos afiliados para que la aplaudan y se coman el catering (en este caso, paella gigante, que pagamos los madrileños).

Pues cuando hablaba el alcalde de Leganés, estos vecinos postizos, de encargo, se pusieron a abuchearle.


Ibarretxe y Otegi van a declarar por el imperdonable delito de reunirse para tratar de las posibilidades de pacificación de Euskadi. El Foro de Ermua convoca a su gente a la puerta del juzgado. Los otros también. “Fascistas”, gritaban unos. “Terroristas”, otros. Toma: patada en los huevos.

Unos dirán que son sucesos anecdóticos. A mi me parecen síntomas de una enfermedad social. Pero una enfermedad inoculada.

Dice Acebes en su última intervención: “cesión ante ETA”, “humillando la ley y retorciendo el Estado de Derecho”, “la política de Zapatero del fin justifica los medios”, “proceso de anexión de Navarra al País Vasco”, “pisotear el Estado de Derecho para favorecer a Otegi”, “no está en las políticas de un Gobierno decente u democrático”.

Deberían tratar con ciudado las cosas frágiles. Y la convivencia lo es.