A las ocho y diez, cuando salíamos de tomar café, a R. le sonó el teléfono. Era su mujer, que le contaba, con miedo, la tremenda explosión que había oído desde casa, cerca de Vallecas. Poco después, era mi madre la que me llamaba, muy asustada, por lo que estaba oyendo en la radio. Me parecía que exageraba: hemos sobrevivido a tantas bombas en Madrid…
De vuelta ya a la oficina, todo fue poner la radio, y saltar de una a otra página de Internet. Pero a alguien se le ocurre preguntar por quién falta. Nos quedamos todos mudos. Repasamos mentalmente a los compañeros que habitualmente llegan a trabajar en tren, y faltaban dos. Después de muchas llamadas, y de los interminables bloqueos de teléfonos, los encontramos, ya en su casa: “Nos vemos mañana, ya es imposible venir aquí”.
Dice Á.: “Pues estará contento Carod Rovira”. Y yo me enfado: -“Pues estará contento Aznar, que va a ganar las elecciones”. “Pues será Aznar el que a puesto las bombas”. “Pues será Carod Rovira” contesto yo. MJ se interpone entre nosotros, y evita el conflicto. Coincidiré con ella varias veces al fondo del pasillo, donde íbamos a que nadie nos viera llorar. Todos estábamos seguros de que los culpables eran los de siempre.
P. no dijo una sola palabra en toda la mañana. Ya no eran 40 o 50 muertos: vamos a más, y nos cuesta asimilarlo.
El mismo Á. con el que discutí, se baja a hablar con los fachas: “Los rojos de arriba están como celebrándolo”. Contesta el facha gordo: “A mí los rojos me tocan los cojones”.
Antes de las once, me llamó B. (sí a las once la mañana del mismo día 11 de marzo): “Tenemos la seguridad de que es un atentado islamista, todo lo de ETA es mentira. En ... (el medio de prensa público en el que trabaja) todos tenemos la seguridad de que han sido los islamistas, pero tenemos prohibido difundirlo".
Se asoma por la oficina un puto cabrón, al que le informamos de nuestras últimas noticias: todo apunta al islamismo radical. Su respuesta: “Sí, y mi prima tiene una pescadería”. ¿Vende mucha palometa tu prima, hijo de puta?
Nos íbamos al hospital a donar sangre, cuando me vuelve a llamar mi chica. No es necesaria más sangre, tienen la seguridad de que no ha sido ETA, pero se juega el trabajo si lo difunde por el teletipo. "¿Qué hago?", me pregunta. "Tenemos dos hijos muy pequeños, y una hipoteca muy grande", le contesto.
Me voy a Madrid, al cole,, y me encuentro a M., la madre de J. “¿Cómo estás?". No puedo contestar. Tengo la garganta cerrada. Ella lo entiende, y solloza.
El resto del día, en casa, la tele apagada por los niños. B. no volvió del trabajo hasta las 2 de la madrugada.
El día siguiente volvió al trabajo, pero a la estación de Santa Eugenia. Los niños de primaria de un colegio próximo escenificaron un homenaje a las víctimas. Salieron de sus clases en fila, y humedecían sus manos en pintura blanca, con la que dejaban las huellas en un gran papel de estraza que cubría un muro del patio. Me vuelve a llamar, emocionada: “No puedo hacer mi trabajo: cada vez que me dirijo a alguien, me emociono”. Un coche para frente a la Renfe, se abre una puerta y sale corriendo una niña, que deja un ramo de flores en la puerta de la estación. Hoy también acaba su trabajo de madrugada.
A mediodía del viernes, suspendemos una reunión, y acudimos a la concentración. Cinco minutos de silencio estremecedor, el abrazo sincero de viejos compañeros, y las palabras ambiguas de un cargo político del PP.
El sábado ya no podemos más. Estamos en casa escuchando alternativamente la radio y la televisión, y la evidencia de la manipulación crece. También crece la indignación. A las nueve de la noche, se me acaba la paciencia: ¡A Génova! me invitan varios mensajes en el móvil. Allá voy, exaltado.
Salgo de la boca de Metro saltando los escalones de tres en tres, gritando desaforado y dispuesto a pegarme con quien sea. Y lo que encuentro en la calle me detiene: Miles de personas, la mayoría jóvenes, en una actitud de indignación pero con la paz en las manos y en la boca. Sabéis de sobra el resto de lo que pasó esa noche. Al día siguiente, a votar. De los primeros de mi mesa. Y esa noche, otra vez, una lagrima en recuerdo emocionado a las víctimas del 11 M.
De vuelta ya a la oficina, todo fue poner la radio, y saltar de una a otra página de Internet. Pero a alguien se le ocurre preguntar por quién falta. Nos quedamos todos mudos. Repasamos mentalmente a los compañeros que habitualmente llegan a trabajar en tren, y faltaban dos. Después de muchas llamadas, y de los interminables bloqueos de teléfonos, los encontramos, ya en su casa: “Nos vemos mañana, ya es imposible venir aquí”.
Dice Á.: “Pues estará contento Carod Rovira”. Y yo me enfado: -“Pues estará contento Aznar, que va a ganar las elecciones”. “Pues será Aznar el que a puesto las bombas”. “Pues será Carod Rovira” contesto yo. MJ se interpone entre nosotros, y evita el conflicto. Coincidiré con ella varias veces al fondo del pasillo, donde íbamos a que nadie nos viera llorar. Todos estábamos seguros de que los culpables eran los de siempre.
P. no dijo una sola palabra en toda la mañana. Ya no eran 40 o 50 muertos: vamos a más, y nos cuesta asimilarlo.
El mismo Á. con el que discutí, se baja a hablar con los fachas: “Los rojos de arriba están como celebrándolo”. Contesta el facha gordo: “A mí los rojos me tocan los cojones”.
Antes de las once, me llamó B. (sí a las once la mañana del mismo día 11 de marzo): “Tenemos la seguridad de que es un atentado islamista, todo lo de ETA es mentira. En ... (el medio de prensa público en el que trabaja) todos tenemos la seguridad de que han sido los islamistas, pero tenemos prohibido difundirlo".
Se asoma por la oficina un puto cabrón, al que le informamos de nuestras últimas noticias: todo apunta al islamismo radical. Su respuesta: “Sí, y mi prima tiene una pescadería”. ¿Vende mucha palometa tu prima, hijo de puta?
Nos íbamos al hospital a donar sangre, cuando me vuelve a llamar mi chica. No es necesaria más sangre, tienen la seguridad de que no ha sido ETA, pero se juega el trabajo si lo difunde por el teletipo. "¿Qué hago?", me pregunta. "Tenemos dos hijos muy pequeños, y una hipoteca muy grande", le contesto.
Me voy a Madrid, al cole,, y me encuentro a M., la madre de J. “¿Cómo estás?". No puedo contestar. Tengo la garganta cerrada. Ella lo entiende, y solloza.
El resto del día, en casa, la tele apagada por los niños. B. no volvió del trabajo hasta las 2 de la madrugada.
El día siguiente volvió al trabajo, pero a la estación de Santa Eugenia. Los niños de primaria de un colegio próximo escenificaron un homenaje a las víctimas. Salieron de sus clases en fila, y humedecían sus manos en pintura blanca, con la que dejaban las huellas en un gran papel de estraza que cubría un muro del patio. Me vuelve a llamar, emocionada: “No puedo hacer mi trabajo: cada vez que me dirijo a alguien, me emociono”. Un coche para frente a la Renfe, se abre una puerta y sale corriendo una niña, que deja un ramo de flores en la puerta de la estación. Hoy también acaba su trabajo de madrugada.
A mediodía del viernes, suspendemos una reunión, y acudimos a la concentración. Cinco minutos de silencio estremecedor, el abrazo sincero de viejos compañeros, y las palabras ambiguas de un cargo político del PP.
El sábado ya no podemos más. Estamos en casa escuchando alternativamente la radio y la televisión, y la evidencia de la manipulación crece. También crece la indignación. A las nueve de la noche, se me acaba la paciencia: ¡A Génova! me invitan varios mensajes en el móvil. Allá voy, exaltado.
Salgo de la boca de Metro saltando los escalones de tres en tres, gritando desaforado y dispuesto a pegarme con quien sea. Y lo que encuentro en la calle me detiene: Miles de personas, la mayoría jóvenes, en una actitud de indignación pero con la paz en las manos y en la boca. Sabéis de sobra el resto de lo que pasó esa noche. Al día siguiente, a votar. De los primeros de mi mesa. Y esa noche, otra vez, una lagrima en recuerdo emocionado a las víctimas del 11 M.
Todavía ahora, cuando levanto los ojos del periódico, y veo los vagones rojos y blancos, blancos y rojos, siento un escalofrío de miedo.
Mañana se cumplen 3 años.
17 comentarios:
Babeuf...Impresionante.
Hago una entrada en mi blog enlazandote.
HOy esto es lo que tocaba, esto, y no tanta basura.
Un abrazo enorme.
El sábado 13-M, mi por aquel entonces novio (hoy marido) y yo, habíamos quedado con unos amigos para charlar y tomar una cerveza en el irlandés de la calle Príncipe (nunca me acuerdo del nombre).
No estábamos para mucha juerga y tras desahogarnos un rato, decidimos marcharnos para casa.
Al llegar a la plaza Jacinto Benavente, vimos una multitud, que, cacerolas en mano, bajaba por la calle Atocha ... Les seguimos.
Cientos de jóvenes (y no tan jóvenes), unidos por un espíritu de hermandad (porque no sabría llamarlo de otra manera ... y no creo en espíritus santos), una marea recorrió la calle Atocha hasta la Glorieta. Había gente que llegaba por el Paseo del Prado. El tráfico cortado. A nuestro paso, la gente se asomaba a las ventanas a azotar sartenes, cacerolas o lo que tuvieran a mano.
Estuvimos allí, por lo menos una hora. Nadie se movía. Había silencios, aplausos ...
Y al día siguiente, todos los que estuvimos allí, fuimos a votar.
A mi nadie me convocó, pero fue increíble.
Enhorabuena por un excelente relato. Emocionante. Es bonito. Yo he tenido una idea muy parecida y he hecho un post, más breve, con recuerdos parciales de aquellos días. Desde Salamanca. Enlazaré tu historia con la mía.
Un abrazo
Buen tino Babeuf, es lo que toca.
Emocionante y conmovedor. Dejémosnos de otras gaitas y toquemos con nuestro recuerdo la del 11-M
Salud y República
Sin comentarios Babeuf...Espero que lo lea mucha gente, yo tambien voy a enlazar mi Blog
Un abrazo sincero y solidario. En el momento que mencionas que tienes hijos pequeños, conozco muy bien el sentimiento de rechazo a todo lo que pasó. Piensas en qué mundo vas a dejar a tus hijos y cómo se lo explicarás cuando te lo pregunten.
lo primero que recuerdo de ese dia es que mi mujer me desperto comentandome lo de las bombas...y yo con los ojos aun cerrados pero con un tono de voz alto dije:
-ha sido Al Qaeda...
no hacia falta ser muy inteligente (yo soy bastante tontorron) para hacer esta deduccion...
pero no tiene sentido...
PORQUE MATAR A GENTE INOCENTE????
PORQUE NO A LOS AUTENTICOS RESPONSABLES DE ESTE ODIO CREADO????
como dije soy un tontorron y un tio de lo mas simple,por eso digo...
porque no se cargaron al Hussein antes que demoler un pais???
porque no se cepillaron al Bush antes que asesinar a miles de personas????
y llegados a este punto...porque no se cargaron al Aznar antes que masacrar a esta gente inocente???
joder... todo es una burrada,lo se,pero mucho peor es todo lo que paso....
por un futuro mejor ...
y con muchos Babeufs...
GGGRRRRÑÑÑFFFFZZZZZ
Gran post, sí señor, gran post.
Un saludo
Tengo que decir que el post me ha gustado mucho y que no estoy seguro de que eso sea bueno :-)
Entrañable -de entrañas-.
Un abrazo. PAQUITA
Te lo he copiado Sin tu permiso. Espero que no te moleste. Un beso con abrazo.PAQUITA
Despues de una temporada haciendo el recorrido del desierto,he podido volver a este mundo virtual,te agradezco tu visita a mi humilde blog,y te comento mis recuerdos de aquellas fechas malditas.
Mi esposa,hijos y yo,lloramos,lloramos por la inocencia perdida de golpe,por las victimas,por sus familias,y aunque no somos muy creyentes pusimos velas en el balcon.
Al principio nos creimos lo de ETA, pero a medida que pasaba el dia la duda se fue haciendo mas grande,el odio a ETA se convirtio en odio al gobierno por la manipulacion a la que nos estaba sometiendo.
El dia de las elecciones mi hija que votaba por primera vez me dijo:papa,yo no quiero que Aznar gane,pues el es el responsable de tanto dolor.
Estos son mis recuerdos de aquellas fechas aciagas,por eso aunque un dia tarde,quiero expresar mi mas profundo respeto por todos los que cayeron y sufrieron, por todos sus familiares,y por todos los españoles que aquellos dias lloramos.
Yo también he contado cómo lo viví. Fue muy duro porque me tocó muy de cerca (todos los días cojo esos trenes malditos)y sigue siendo duro porque ves cómo se manipula el dolor que todos sufrimos esos días. Pero está bien esta catarsis.
Yo procuro no hablar de aquel dia 11 de marzo del 2004, al horror no lo puedo poner siglas,porque aun me duele aquel sentimiento y aquellos recuerdos.
Puedo ver pocas imagenes de ello, porque me duele y enseguida me pongo a llorar como una boba.
Cualquier dia iré al monumento, pero de forma anonima y sencillas.
Recuerdo la incertidumbre, mi hermano y mi hijo, trabajaban en Madrid capital y pasaban por Atocha.
Mejor dejo de hablar, me estoy angustiando.
Un abrazo
Sí, a mí también casi se me saltan las lágrimas. Digo casi, de la impostura del post.
Ma´ dejao´ tiesa el imperialista este, de verdad ¡es que ya no se respeta nada! ni la propia memoria ¡anda qué!
Pues yo sigo manteniendo que es un relato bello, aunque ya veo que la realidad ... cada uno tiene la que le sale de ... de ahí. PAQUITA
La verdad, me ha impresionado.
Yo viví aquellas noicias en el cohe, en pleno embotellamiento. Luego desde el trabajo, rastreando internet. No creo que nunca olvide aquel día.
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