domingo, 20 de mayo de 2007

Defender la alegría...




Mario Benedetti se lo dedicó a Trini. Yo se lo dedico a Carmen, que el domingo se presenta como concejal en Madrid, y yo no la voy a votar.




Defender la alegría como una trinchera


defenderla del escándalo y la rutina


de la miseria y los miserables


de las ausencias transitorias


y las definitivas

defender la alegría como un principio


defenderla del pasmo y las pesadillas


de los neutrales y de los neutrones


de las dulces infamias


y los graves diagnósticos

defender la alegría como una bandera


defenderla del rayo y la melancolía


de los ingenuos y de los canallas


de la retórica y los paros cardiacos


de las endemias y las academias

defender la alegría como un destino


defenderla del fuego y de los bomberos


de los suicidas y los homicidas


de las vacaciones y del agobio


de la obligación de estar alegres

defender la alegría como una certeza


defenderla del óxido y la roña


de la famosa pátina del tiempo


del relente y del oportunismo


de los proxenetas de la risa

defender la alegría como un derecho


defenderla de dios y del invierno


de las mayúsculas y de la muerte


de los apellidos y las lástimas


del azar




y también de la alegría










Defender la alegría de los juegos infantiles, y la humildad de los barrios, y las 60 pesetas de choped y media barra de pan, y la gotera en el tejado y el autobús que no llega... y la pensión tampoco.







La foto de los pies la he robado aquí: http://elvagabundo.blogspirit.com/

3 comentarios:

Maripuchi dijo...

Precioso.

Daniel Isaac dijo...

Aún la poesía es un arma cargada de futuro, que nadie lo dude...

Gracchus Babeuf dijo...

¿A que los deditos de los pies de una niña son el símbolo de la más profunda alegría?

Pero no acompañó a Eduardo

Pero no acompañó a Eduardo