Mario Benedetti se lo dedicó a Trini. Yo se lo dedico a Carmen, que el domingo se presenta como concejal en Madrid, y yo no la voy a votar.
Defender la alegría como una trinchera
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y las definitivas
defender la alegría como un principio
defender la alegría como un principio
defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones
de las dulces infamias
y los graves diagnósticos
defender la alegría como una bandera
defender la alegría como una bandera
defenderla del rayo y la melancolía
de los ingenuos y de los canallas
de la retórica y los paros cardiacos
de las endemias y las academias
defender la alegría como un destino
defender la alegría como un destino
defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres
defender la alegría como una certeza
defender la alegría como una certeza
defenderla del óxido y la roña
de la famosa pátina del tiempo
del relente y del oportunismo
de los proxenetas de la risa
defender la alegría como un derecho
defender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar
y también de la alegría
Defender la alegría de los juegos infantiles, y la humildad de los barrios, y las 60 pesetas de choped y media barra de pan, y la gotera en el tejado y el autobús que no llega... y la pensión tampoco.
La foto de los pies la he robado aquí: http://elvagabundo.blogspirit.com/
3 comentarios:
Precioso.
Aún la poesía es un arma cargada de futuro, que nadie lo dude...
¿A que los deditos de los pies de una niña son el símbolo de la más profunda alegría?
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