El primer tercio del siglo XX fue extraordinariamente agitado para aquel aburrido y adormilado país mediterráneo.
Con las potencias europeas enseñándose los dientes a su alrededor, ese pobre país de analfabetos decidió dar un salto adelante. Las tensiones sociales fueron terribles, y finalmente, la reacción rompió la baraja dando un golpe de estado.
En medio del golpe, la guerra civil y la revolución incipiente, el pueblo, espontáneamente, tomó su decisión. Fueron a por nosotros, los mártires: los sastres.
Miles de talleres de sastrería fueron incendiados. Cientos de sastres asesinados, algunos con una violencia y un ensañamiento inauditos. Cientos de modistillas violadas. En algunos lugares, ante la impotencia de las autoridades de un Estado en ruinas, milicianos desenterraron cadáveres de sastres y modistas, exponiendo las momias resecas al escarnio público. En algunas regiones del país, los sastres siempre se habían mantenido leales al régimen, y cerca de su pueblo. Eso les salvó, pero fueron las excepciones. Obras de confección de altísimo mérito historio y artístico fueron desgarradas en plena calle, entre risotadas. El valor económico de lo destruido es difícilmente calculable. El valor histórico y artístico no se puede calcular. El valor del dolor humano no se debe calcular.
¿Por qué? ¿Por qué el pueblo atacó con tal virulencia al sector textil? No fueron a por los farmacéuticos, los microbiólogos, los curas o los saxofonistas. No fue una violencia dirigida ni orientada. Fue espontáneo. El obrero o el bracero maltratado consiguió su fusil, y lo dirigió contra quien él consideraba su enemigo. Nosotros, los sastres.
Fueron a por los sastres. Y hoy en día, todavía no nos preguntamos:
¿Qué hicimos para que nos odiaran tanto?
Con las potencias europeas enseñándose los dientes a su alrededor, ese pobre país de analfabetos decidió dar un salto adelante. Las tensiones sociales fueron terribles, y finalmente, la reacción rompió la baraja dando un golpe de estado.
En medio del golpe, la guerra civil y la revolución incipiente, el pueblo, espontáneamente, tomó su decisión. Fueron a por nosotros, los mártires: los sastres.
Miles de talleres de sastrería fueron incendiados. Cientos de sastres asesinados, algunos con una violencia y un ensañamiento inauditos. Cientos de modistillas violadas. En algunos lugares, ante la impotencia de las autoridades de un Estado en ruinas, milicianos desenterraron cadáveres de sastres y modistas, exponiendo las momias resecas al escarnio público. En algunas regiones del país, los sastres siempre se habían mantenido leales al régimen, y cerca de su pueblo. Eso les salvó, pero fueron las excepciones. Obras de confección de altísimo mérito historio y artístico fueron desgarradas en plena calle, entre risotadas. El valor económico de lo destruido es difícilmente calculable. El valor histórico y artístico no se puede calcular. El valor del dolor humano no se debe calcular.
¿Por qué? ¿Por qué el pueblo atacó con tal virulencia al sector textil? No fueron a por los farmacéuticos, los microbiólogos, los curas o los saxofonistas. No fue una violencia dirigida ni orientada. Fue espontáneo. El obrero o el bracero maltratado consiguió su fusil, y lo dirigió contra quien él consideraba su enemigo. Nosotros, los sastres.
Fueron a por los sastres. Y hoy en día, todavía no nos preguntamos:
¿Qué hicimos para que nos odiaran tanto?
4 comentarios:
La situación de injusticia que existía en este pais mantenía privados a los trabajadores del campo y las ciudades de los más elementales derechos sociales que en Europa se habían ganado como consecuencia de las revueltas de 1848.
Esta circunstancia explica la reacción de las clases populares contra los curas por su servil apoyo y justificación de la injusticia desde el confesionario y el púlpito..
He escrito ” explica” que NO justifica la violencia asesina.
Es evidente que la violencia asesina para defender unos injustos privilegios tiene un plus de culpa.
Los "sastres" estaban a favor de los "confeccionistas",contra un gobierno que intentaba sacar el pais de la ignorancia y la pobreza.
Aunque ningun crimen esta justificado,muchos "sastres" cayeron por su apoyo armado de los "confeccionistas",y ya se sabe.... si te pillan con un arma,ya no eres un "sastre",eres un soldado.
Esta parte de la historia esta dcumentada en archivos,cosa que se les ha olvidado a los "confeccionistas"de nuevo cuño.
Salud y republica
Monsieur Babeuf cuando consigue usted plasmar toda su mala leche en fina ironía se convierte usted en un ciudadano, amen de muy divertido, extremadamente peligroso. Las fuerzas del bien, entre las que, afortunadamente, yo no estoy, deberán algún día reconvenirle, y si es posible, que lo dudo, reeducarle. Mientras tanto beatifiquemos y santifiquemos a esos pobres sastres, que únicamente defendían su oficio, oficio bendecido por el Sumo Confeccionador que les había revelado a ellos, y sólo a ellos, las verdades del prêt à porter y de la haute couture, verdades que no dudaron en defender, y de ahí su martirio, clavando sus tijeras de VERDAD en quien fuera menester.
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