Durante mucho tiempo tuve que cambiar de tren en Atocha, todos los días, para ir a trabajar. Más tarde, la apertura de nuevas líneas de Metro hizo que variara el trayecto. Siempre me fascinó la estación de cercanías en hora punta. Hay miles de personas cambiando de trenes, pero a esas horas, casi todos son habituales. Hacen el mismo recorrido todos los días, de forma que se saben el camino. Parece un ballet ensayado.
Hoy, por una avería en Metro, he vuelto a Atocha. Y he sentido miedo.
Hoy, por una avería en Metro, he vuelto a Atocha. Y he sentido miedo.
13 comentarios:
Gracchus, al leer tu entrada se me han puesto los pelillos de punta... no por miedo (al menos no hoy), sino porque me ha emocionado.
Pues si, tiene razón freia su entrada es emocionante. Quizás porque he nacido y vivido en ese barrio, en el paseo de las Delicias, en la calle Canarias, y la estación de Atocha es un lugar común de mi niñez, adolescencia y juventud, estoy más sensibilizado, pero solo escuchar la palabra Atocha, aunque se este refiriendo al antiguo estadio de la Real Sociedad, y no exagero, me retrotrae inmediatamente a aquellas espantosas imágenes. Siempre, desde que me fui a vivir a la Sierra había ido a trabajar en cercanías, ahora llevo mi coche, que me sale mucho más caro. No se si tendrá algo que ver.
Hace un mes estuve en el monumento a las víctimas del 11-M con una amiga judía, que recaló en mi casa en camino desde Israel a Buenos Aires, y quisimos conocer el lugar juntos, nosotros porque no habñiamos estado y ella porque de terrorismo de todos los colores sabe mucho...
Fue emocionante, se te pone un nudo en la garganta estar dentro de esa campana transparente, llena de frases recogidas de gentes con corazón y con conciencia, de españoles y extranjeros solidarios con la tragedia... allí te sientes cerca de las víctimas y e4n compañía de sus familiares y amigos, es una cercanía difícil de definir, pero la sientes.
Por éso encabrona tanto todo lo que está pasando en este tiempo de sombras. Comprobar que muchos conciudadanos son tan malas personas deja una inquietud y una pena que cuesta elaborar.
De su exquisita evocación de Atocha lo que a mi me alarma es la figura del balet, el recorrido de todos los días. Imagino una sociedad de hormigas, la brutalidad inhumana del trabajo en el sistema actual, la alienación del ser humano, la pérdida de la creatividad e imaginación en aras del productivismo estúpidamente consumista, explotador del hombre y de la naturaleza.
Yo no he vuelto a entrar en la estación. Pasé por delante cientos de veces antes y después (yo vivía en Embajadores)... y nunca fue igual...
Estimado amigo,me ha emocionado la entrada.
Yo no he vuelto a atocha desde hace 10 años,pero me gustaria volver y dejar una rosa en recuerdo de tantas ilusiones perdidas.
Salud
Gracchus, da un poco de miedo, pero sobretodo un gran respeto.
Muy bonita tu entrada.
Muchos elogiáis mi entrada: Volved a leerla. No dice absolutamente nada. Nada que no tuvierais dentro desde antes.
dios vaya entrada... he venido aquí por tu comentario en "Kabila" sobre la intervención de nuestro querido Rey en la cumbre de Iberoamérica, que con tu permiso, copio en mi blog, y me encuentro con esto... emocionante, sí, señor. Me pasaré de vez en cuando ;)
No dice nada, Gracchus, y lo dice todo. Suficiente.
Yo he estado en Atocha dos o tres veces en mi vida. La última vez un día de huelga de Auto-Res, tratando de lograr un coche de alquiler, que no pudo ser. Siempre asocio esa imagen con esa palabra. Avis y las plantas junto a la oficina y el café que nos tomamos.
Y la mañana del 11-M.
A mí me encanta Atocha. Uso el tren todos los días, antes lo cogía allí, ahora lo cojo en Vallecas. Después del 11-M no me dió miedo volver, aunque si que iba con algo de precaución. Pero con el paso del tiempo, al final, me he quedado con las buenas vibraciones que siempre me ha transmitido esa estación. Afortunadamente, eso no han podido quitármelo.
Antes de nada , perdona por no visitarte tanto como debia...
La semana pasada tambien pasé por Atocha, y mis recuerdos no son muy agradables cuando piso esa estación.
Siempre recuerdo que era el punto en el que me bajaba para asistir a todas las manifestaciones que hubo contra la guerra de Irak.
Todavia no he podido entrar en el ¿monumento? que esta allí, aunque lo he visto desde fuera.
Yo no es miedo, es rabia, es impotencia, es recordar la barbarie.
Tambien soy de las personas que me gusta pararme y mirar u observar a los demás y buscar siempre una sonrisa amable o algun gesto que me haga sonreir, pero en Atocha siempre estoy seria, soy incapaz de sonreir y creo que en ese punto jamas recuperaré la sonrisa.
Un abrazo.
No dices nada, para mí dices demasiado. Y lo entiendo mejor porque en Extremadura no hay metros ni cercanías, ni simulacros de ballet ni bombas. Aquí hay tiempo, mucho tiempo. A mi me dá miedo que falte el tiempo.
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