Alrededor de los quince o dieciséis años, yo era muy antitaurino, como se podía esperar de un rojeras típico y tópico. Algunos amigos me intentaron convencer, y me llevaron a algunas corridas. De toros. Y me dejé fascinar por el ambiente festivo que rodea la plaza. Dos visitas a las fiestas de San Fermín, en Pamplona, me acabaron de captar. La fiesta que envolvía a la “Fiesta”, el ambiente de juerga, los chatos de vino, la tertulia de antes de la corrida, el tapeo de después…
Con el tiempo, comprendí que era posible visitar tascas, comer cazuelitas y beber vino sin el molesto, caro y engorroso trámite de asistir a la corrida de toros.
Hasta hoy, sentía un desapego desdeñoso y un gran desinterés hacia los taurinos.
Pero recientemente, los escritos de SADE me han impulsado a tomar partido. También en esto. Si es que cuando veo un charco, me tiro de cabeza.
Merecen ser desmontados los mitos de los pro-taurinos. Y especialmente de los veterinarios pro-taurinos. No se puede sacar sustanciosos beneficios del negocio de los toros, y dedicarse a argumentar, bajo supuestos argumentos científicos, que el toro no sufre.
Lo siguiente será argumentar que goza. Por eso se defiende, porque le gusta lo que le hacen en la plaza. Por eso rasca la arena del suelo, intentando aliviar el dolor de su lomo. Por eso muge, probablemente de placer.
Otra falsedad es decir que los toros de lidia podrían "extinguirse" si se prohíben las corridas, porque no constituyen una especie, ni siquiera una subespecie, sino sólo una variedad "seleccionada por el hombre". Cuando una variedad, como la vaca tudanca o el burro catalán corre el riesgo de extinguirse, no veo a los pro-taurinos tan preocupados. Siguiendo este argumento, podríamos torturar públicamente linces. Sería un espectáculo de mucha risa y gran éxito, y así garantizaríamos la supervivencia de la especie.
En los últimos meses, se han sucedido manifestaciones antitaurinas en la puerta de varias plazas. Siempre me sorprendió la violencia con la que se responde a estos actos, que son absolutamente pacíficos. Se acumulan insultos, intentos de agresión y deseos de muerte por parte de los asistentes a las corridas. Debe ser que la violencia es contagiosa. Quien se entusiasma con la tortura lenta de un animal, corre el riesgo de empaparse de violencia en otros aspectos de su carácter.
Finalmente, las dos corridas en Las Ventas de Madrid, en las que el torero José Tomás intentó repetidamente suicidarse en público, entre el entusiasmo del tendido. Me ha parecido un espectáculo abominable, esta vez no por el sufrimiento del cuadrúpedo, sino por la situación de enajenación del bípedo. Si quiere suicidarse, ¿por qué no lo hace con una pistola que es más rápido, y en privado que es más discreto, como Belmonte?
Confío en la desaparición de las corridas de toros. En buena parte de España, por muerte natural, como ocurre en Galicia o en Asturias y Cataluña. Pero para que esto sea posible, tanto desde la legislación estatal como desde la europea, se debe dificultar esta práctica sádica, y suspender las subvenciones públicas, para que esta “Vergüenza Nacional” llegue a ser un residuo del pasado, una afición de hampones marginados, como son hoy las peleas de gallos.
Con el tiempo, comprendí que era posible visitar tascas, comer cazuelitas y beber vino sin el molesto, caro y engorroso trámite de asistir a la corrida de toros.
Hasta hoy, sentía un desapego desdeñoso y un gran desinterés hacia los taurinos.
Pero recientemente, los escritos de SADE me han impulsado a tomar partido. También en esto. Si es que cuando veo un charco, me tiro de cabeza.
Merecen ser desmontados los mitos de los pro-taurinos. Y especialmente de los veterinarios pro-taurinos. No se puede sacar sustanciosos beneficios del negocio de los toros, y dedicarse a argumentar, bajo supuestos argumentos científicos, que el toro no sufre.
Lo siguiente será argumentar que goza. Por eso se defiende, porque le gusta lo que le hacen en la plaza. Por eso rasca la arena del suelo, intentando aliviar el dolor de su lomo. Por eso muge, probablemente de placer.
Otra falsedad es decir que los toros de lidia podrían "extinguirse" si se prohíben las corridas, porque no constituyen una especie, ni siquiera una subespecie, sino sólo una variedad "seleccionada por el hombre". Cuando una variedad, como la vaca tudanca o el burro catalán corre el riesgo de extinguirse, no veo a los pro-taurinos tan preocupados. Siguiendo este argumento, podríamos torturar públicamente linces. Sería un espectáculo de mucha risa y gran éxito, y así garantizaríamos la supervivencia de la especie.
En los últimos meses, se han sucedido manifestaciones antitaurinas en la puerta de varias plazas. Siempre me sorprendió la violencia con la que se responde a estos actos, que son absolutamente pacíficos. Se acumulan insultos, intentos de agresión y deseos de muerte por parte de los asistentes a las corridas. Debe ser que la violencia es contagiosa. Quien se entusiasma con la tortura lenta de un animal, corre el riesgo de empaparse de violencia en otros aspectos de su carácter.
Finalmente, las dos corridas en Las Ventas de Madrid, en las que el torero José Tomás intentó repetidamente suicidarse en público, entre el entusiasmo del tendido. Me ha parecido un espectáculo abominable, esta vez no por el sufrimiento del cuadrúpedo, sino por la situación de enajenación del bípedo. Si quiere suicidarse, ¿por qué no lo hace con una pistola que es más rápido, y en privado que es más discreto, como Belmonte?
Confío en la desaparición de las corridas de toros. En buena parte de España, por muerte natural, como ocurre en Galicia o en Asturias y Cataluña. Pero para que esto sea posible, tanto desde la legislación estatal como desde la europea, se debe dificultar esta práctica sádica, y suspender las subvenciones públicas, para que esta “Vergüenza Nacional” llegue a ser un residuo del pasado, una afición de hampones marginados, como son hoy las peleas de gallos.
12 comentarios:
Ole que texto !!!
:D
De acuerdo, Monsieur Babeur. Totalmente de acuerdo.
Salud y República
Cuando era jovencita me gustaban los toros. Más que nada lo que rodea la "fiesta" y antes de que empezatran a hacerle barbaridades al pobre toro.
Cuando viví en Asturias, donde la afición es muy escasa por ser tierra de ganadería y amar a los toros y las vacas que les han dado sustento secularmente, me desenganché de esa barbarie sin ninguna pena.
Alrededor de ese espectáculo sádico se mueve mucho dinero, punto primero. Luego, un amor gilipollesco por una pretendida esencia cultural y ancestral, algo así como el matar bebés-focas a garrotazos, a ballenas con arponazos gigantescos para satisfacer paladares asiáticos, a ciervos levantados por esclavos de señoritos para ostentar su cornamenta en una pared, a gorilas por sus calaveras convertidas en ceniceros, a elefantes por el marfil,... ¿a niños por sus órganos?
En la loca carrera inhumana, todo vale, incluso la degradación que supone el circo español, con miles de personas sedientas de sangre... mejor la del toro... y si es la del torero, fiesta completa... por éso las entradas para ver los sucesivos intentos de suicidio de Tomás cuestan un güevo, los toreros son multimillonarios paseando un trapo por la cara de pobres animales drogados, afeitados y golpeados, los ganaderos son parte de la nómina de las mayores fortunas españolas y los intermediarios aprovechan la enajenación mental transitoria que padecen los espectadores de cada corrida (de toros) para montar un negocio muy lucrativo.
¿Y el pobre toro? Ése, que se joda...
y todavía falta hablar de los caballos de los picadores...
Casi nada que añadir a este magnífico post, Don Graco.
PD.- Por el mismo argumento protaurino podíamos legalizar las snuff-movies, ¿quién sabe si el ser humano no está en peligro de extinción, al ritmo que vamos?
va por ustedes
Bienvenido al cada vez mas numeroso grupo de "raros,idiotas,payasos,subnormales,antiespañoles,gilipo...,analfabetos,etc, etc" antitaurinos.
(Estas y otras mas gordas son las cariñosas palabras que nos dedican los españoles de pro cuando nos manifestamos en plazas de ejecucion publica,digooooo en plazas de toros,en contra de estos asesinatos.
Salud y republica
¿Se puede aplaudir?
Se puede y se debe aplaudir, digo.
Asumo y firmo todo lo dicho en la entrada. El que quiera sangre, que coma morcillas.
salut i força
No se si ponerme cilicio para mortificar mis culpas.
No tengo cura, y no consigo salir del pecado a pesar de sus lúcidos y racionales sermones.
Me pasa igual que a Serrat, Sabina, Hemingway, Lorca, Orson Welles, Picasso y muchos más. Somos asesinos y no lo sabemos hasta que ustedes nos lo recuerdan.
No obstante ustedes tienen toda la razón.
No don Filo, no tengo toda la razón. Si relée el texto, verá que doy más bandazos que Fraga borracho. Sólo doy una opinión, pero no creo que los taurinos sean asesinos. Ni creo que sea un pecador, ni que mis sermones sean capaces de salvarle.
Lamento que se enfade por el único hecho de no estar de acuerdo con Ustd.
Nada de bandazos, mi querido amigo. Me alegro de que te hayas pasado al bando del respeto por la vida de un animal, que no ha elegido su destino.
Ahora aparecerá el taurino de turno diciendo que las ocas tampoco han elegido que les hagan el hígado papilla, o que las gallinas sean engordadas en jaulas minúsculas para ser comidas, o que los corderos y cabritos también mueren en los mataderos. Y dirán también que con el hambre y la cantidad de desgraciados que hay en el mundo, nos podíamos dedicar a luchar por ellos. Cuando me salen con estos argumentos, yo, ni les contesto.
La argumentación científica de que el toro tiene un sistema neuroendocrino que le hace soportar el dolor y la tortura es una gran mentira. Ahí están mis estudios que lo demuestran, y que de momento, un año y medio después de su publicación, no han sido rebatidos.
Yo, como veterinario, he dedicado mi vida al bienestar animal, diagnosticando y tratando perros y gatos, a los que siempre he tratado de reducir al máximo su dolor y su sufrimiento en caso de enfermedad. Trabajamos, yo por lo menos, para eso.
El que va a una plaza a ver como a un toro se le martiriza durante 20 minutos, el sabrá porqué lo hace. La verdad es que a mi me importa un bledo. No entiendo de arte, ni de tradición, ni de pases de pecho, ni de chicuelinas. Entiendo de lo que entiendo, del dolor, del estrés, y del sufrimiento gratuito, y del negocio de empresarios, y toreros.
Verguenza debería dar que le paguen a José Tomás 40 millones de pesetas por matar dos toros.
Muchas gracias por tu escrito y salud.
Pasaros por www.avat.org.es. Desde esta asociación haremos lo que podamos por acabar con la "cultura". Y es que ya se sabe que los abolicionistas de la tauromaquia somos unos incultos.
Ya se que grandes artistas y gente de la cultura defiende la fiesta, pero yo también tengo mi lista, y te aseguro que es bastante más larga e importante que las de los taurinos. Ahora, sólo hablan de Olvido, mejor dicho de Alaska.
No me enfado, ni mucho menos, Don Gracchus, con usted nunca.
Sé que tienen ustedes la razón racional, la ética y todo lo demás.
A nosotros, los otros, sólo nos asiste la pasión, cruel y sádica.
Creo que no me queda nada que decir a mi y... vaya que lo siento. Porque quería decir algo importante pero, ya que han dado opiniones de todo tipo solo me queda darte la enhorabuena por éste GRAN blog. Soy Antitaurina, Asturiana y Aburrida también si quieres... Solo darte un gran abrazo y sigue deleitandonos con tus sabias palabras. Mila.
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