Me ha sentado bien. Mucha de la gente que me conoce afirma que me implico demasiado en los asuntos de la política. Que me llegan a afectar en lo personal. Especialmente tras el electroshock que sufrimos del 11 al 14 de marzo de hace ahora cuatro años, la política no era para mi un debate teórico, ni mero asunto de parlamentarismo burgués, sino que cada conspiración lanzada a la arena por un Zaplana o un Del Burgo era un insulto a lo más profundo, a lo más sagrado.
Me ha sentado bien el resultado electoral, a pesar del desastre de los resultados de las listas que yo apoyaba. Pero los que no somos del Real Madrid somos así: Sabemos aceptar las derrotas con deportividad. Y estoy mucho más tranquilo.
Me ha sentado bien, pero sin muchas esperanzas. El debate político en España es el resultado de un nacimiento no resuelto.
No sé si fue en la lucha entre afrancesados y monárquicos, en 1808. O entre liberales y conservadores en todo el siglo XIX. O entre republicanos y socialistas y reaccionarios, hasta 1931. O antes, entre carlistas cristeros y liberales de derechas. En algún momento del nacimiento de este país, algo salió mal.
Arrastramos una fractura que es tanto de clase como de modelo de sociedad.
Una fractura entre los que creemos que se debe acudir en ayuda del enfermo terminal que sufre, y los que más lo valoran cuanto más sufra.
Mis hijos han nacido en Madrid. Vivirán en una sociedad multirracial, multicultural y multirreligiosa. Les puedo enseñar que los inmigrantes son pésimos camareros, que sólo vienen a hacerse mamografías, o que son trabajadores como tú y como yo, con derecho a buscarse un futuro.
Entre los que odiamos el aborto, pero jamás enviaríamos a la cárcel ni a quienes se ven obligadas a abortar, ni a los médicos que las atienden, y quienes prefieren un feto a un vida.
No me molesta una familia homosexual, aunque yo no lo sea, como no me molesta una escuela en catalán, aunque yo no hable. Podría poner mil ejemplos en esta línea.
Es una fractura en el estilo de vida. Y entre la tolerancia y la imposición. Yo no quiero prohibir la clase de religión. Ellos la quieren obligatoria. No quiero imponer a nadie el matrimonio homosexual. Ellos quieren prohibirlo. Yo no obligo a abortar. Ellos te encarcelan por ello.
Y por esto no tengo muchas esperanzas. Porque, aunque Rajoy limpie la cúpula del PP de gentuza tipo Acebes, los que le sustituyan serán del mismo pelaje. Porque tienen un abundante apoyo social.
Me ha sentado bien el resultado electoral, a pesar del desastre de los resultados de las listas que yo apoyaba. Pero los que no somos del Real Madrid somos así: Sabemos aceptar las derrotas con deportividad. Y estoy mucho más tranquilo.
Me ha sentado bien, pero sin muchas esperanzas. El debate político en España es el resultado de un nacimiento no resuelto.
No sé si fue en la lucha entre afrancesados y monárquicos, en 1808. O entre liberales y conservadores en todo el siglo XIX. O entre republicanos y socialistas y reaccionarios, hasta 1931. O antes, entre carlistas cristeros y liberales de derechas. En algún momento del nacimiento de este país, algo salió mal.
Arrastramos una fractura que es tanto de clase como de modelo de sociedad.
Una fractura entre los que creemos que se debe acudir en ayuda del enfermo terminal que sufre, y los que más lo valoran cuanto más sufra.
Mis hijos han nacido en Madrid. Vivirán en una sociedad multirracial, multicultural y multirreligiosa. Les puedo enseñar que los inmigrantes son pésimos camareros, que sólo vienen a hacerse mamografías, o que son trabajadores como tú y como yo, con derecho a buscarse un futuro.
Entre los que odiamos el aborto, pero jamás enviaríamos a la cárcel ni a quienes se ven obligadas a abortar, ni a los médicos que las atienden, y quienes prefieren un feto a un vida.
No me molesta una familia homosexual, aunque yo no lo sea, como no me molesta una escuela en catalán, aunque yo no hable. Podría poner mil ejemplos en esta línea.
Es una fractura en el estilo de vida. Y entre la tolerancia y la imposición. Yo no quiero prohibir la clase de religión. Ellos la quieren obligatoria. No quiero imponer a nadie el matrimonio homosexual. Ellos quieren prohibirlo. Yo no obligo a abortar. Ellos te encarcelan por ello.
Y por esto no tengo muchas esperanzas. Porque, aunque Rajoy limpie la cúpula del PP de gentuza tipo Acebes, los que le sustituyan serán del mismo pelaje. Porque tienen un abundante apoyo social.
15 comentarios:
GRACCHUS BABEUF escribe:
” Me ha sentado bien el resultado electoral, a pesar del desastre de los resultados de las listas que yo apoyaba.”
No seré yo quien le lleve la contraria, si usted dice que le ha sentado bien será verdad, pero entonces nos debe una explicación ¿cuál es la causa de su radical pesimismo desesperanzado?.
Voy a coger el rábano por las hojas mezclando dos de las ideas de su entrada.
Aceptemos que este pais nació mal, con alguna discapacidad innata. En su momento se debería haber abortado pero no fue así y hoy estamos donde estamos.
Estará de acuerdo conmigo en que de poco vale lamentarse. Bien está analizar las causas si a continuación se pone remedio.
Porque algo se podrá hacer, digo yo.
Apunta usted muy bien al extremismo de posturas en el debate político.
Pero, permítame que se lo (des)escriba crudamente, su comentario No es un ejemplo de moderación.
Las actitudes que usted describe son ciertas, pero solo reflejan los extremos del posicionamiento social en los asuntos que cita. La realidad social es más variada, las opciones de los ciudadanos en estos asuntos están matizadas y distribuidas en un “continuum” según una distribución estadística regular y sólo una minoría está representada en los extremos.
Otra cosa es el reflejo de esta variación en las elecciones políticas.
¿Usted cree que todos los votantes de Rajoy/ZP están de acuerdo al 100 % en la doctrina oficial del PP/PSOE? que incluso es contradictoria e indefinida en algunos temas.
Y justamente es contradictoria e indefinida porque los ciudadanos tenemos opciones múltiples y plurales.
La polarización bipartidista es una consecuencia de un sistema electoral muy beneficiosos para los dirigentes de los partidos mayoritarios. Refuerza y facilita el autoritarismo de la cúpula.
Pero no se deje engañar, la sociedad es plural. Hoy la inmensa (he escrito inmensa) mayoría de la sociedad desea el compromiso como solución a las discrepancias.
Hace un mes, el 4 de marzo, hice un comentario a su entrada “Tiempo de espera” reflejando el cambio habido en la sociedad española, incluso el pesimista Enrique Gil Calvo de “La Ideología Española” recoge en su “La Lucha Política a al Española” este benéfico cambio observado en los últimos treinta años.
El 9-M no ha modificado mi opinión. La sodiedad española ha abandonado el juego del gallina y DEFINITIVAMENTE ha adoptado el juego del prisionero (la mejor opción es la colaboración).
Quizás, es una idea que estoy madurando para escribir algo sobre el dos de mayo que se nos avecina, no escogimos bien en tan infausto día.
Siempre está bien tener algo por lo que luchar...
Yo vaticino una temporada larga con revuelta seria entorno a la conciliación.
Al próximo que me diga pío, le corto la lengua, ¿no era ojo por ojo?
En fin... besos afrancesadísimos, mon cher ami.
Lleva usted razón, monsieur. Son los mismos perros con distintos collares. No creo que cambie mucho. Mucha gente apoya esas actitudes ¡Ojalá nos equivoquemos!
Salud y República
Sorayita y compañía quizá cambien las formas, pero ya tenemos claro cuáles son sus posiciones.
En cualquier caso, no debemos menospreciar el cambio en las formas si se llega a dar. Algo es algo, y quizá hasta les vaya mejor electoralmente. Es la paradoja del que desea algo que puede traerle un mal.
Mon cher Gracchus, los del lado oscuro están ahí desde hace siglos y lo seguirán estando, pero nosotros somos más, ellos siempre estarán al acecho esperando que nos dividamos o nos durmamos en los laureles.
Salud.
GRACCHUS BABEUF escribe:
”Mucha de la gente que me conoce afirma que me implico demasiado en los asuntos de la política.”
Y leídos los comentarios anteriores se diría que a algunos les parece poca implicación.
¡Qué barbaridad¡¡ ¡qué simplismo¡. La realidad social es mucho más que Soraya y sus mariachis. ¡Caray¡ que hay vida fuera de la política,y política fuera de los partidos.
Mi amigo elohim, siempre bienvenido, se muestra sorprendido por mi bienestar postelectoral.
Me reafirmo. Me encuentro estupendamente.
Y en segundo lugar, me reprocha, afetuosamente, que mi radicalismo contribuye a la fractura entre las dos Españas.
Efectivamente, soy radical. Desde que empecé a escribir "enladuchafinal" me he mostrado radical. La propia iconografía del blog avisa a los visitantes de dónde se meten.
Naturalmente que los votantes de cada partido no siguen los dictados de las cúpulas, y que hay otras opciones políticas, al margen del bipartidismo. Me lo va a decir a mí. Pero en la sociedad existe esa división, por encima de los partidos. Y es una división en la forma de ver la vida, que acaba traduciéndose en votos también. La causa es la visión de la vida y la sociedad. El efecto es el voto por el que se opta. Y los del PSOE se vienen a tomar cañas conmigo, porque aunque votemos a cosas muy distintas, tenemos una visión del mundo muy próxima.
Gil Calvo juzga la opción del consenso como una excepción, y la confrontación como la norma. No es especialmente optimista. Yo también pienso que es la confrontación el motor de la historia. El consenso ha tenido en España más de apaño entre colegas que de pacto entre desiguales.
Pues yo he tenido un sabor agridulce con el resultado electoral. Agrio por los resultados de IU y dulce por la no victoria del P.P.
Porque como bien dices se trataba de tener libertad de decisión o de imposición de un modelo de sociedad arcaico y retrógrado, donde las libertades sociales se verían claramente recortadas.
Nos ha tenido, Rajoy, hasta hoy mareando la perdiz sobre quienes iban a ser sus portavoces. Ahora ya los conocemos ¡Y que más nos da!, si al final continúan con la misma actuación política. Lo único que habrían hecho es vestir la mona de seda.
Lo importante será saber si Rajoy es capaz de cortar las ataduras con el fondo y la forma de hacer política que hasta ahora le han impuesto otros.
Salud, República y Socialismo
Le felicito y me congratulo, sinceramente, de su buen estado.
Creo que no me he explicado con suficiente precisión. Lamento, pero no reprocho, su radical pesimismo. Me parece excesivo que para hacer honor a la iconografía de su blog se vea obligado a ser radical en TODAS las manifestaciones de la vida.
Y tampoco debemos confundir la radicalidad con el extremismo. Se puede y se debe ser radical en la defensa de las propias convicciones, pero éstas no tienen que ser necesariamente extremistas (mejor que no lo sean).
Por ello no le reprocho su radicalismo, le reprocho su extremismo (literalmente falta de moderación) en el debate político.
No niego, es más, creo haber afirmado que en la sociedad hay formas distintas de ver la vida. Lo que cuestiono es que esas formas sean mayoritariamente tan elementales y simples como usted las refleja, en mi opinión y experiencia están matizadas en múltiples opciones más complejas.
Me habla de los del PSOE, pero sinceramente, no conoce a ningún votante del PP con el que coincida en algún/ os aspectos?? Tiene que aceptarme que no todos los votantes del PP tienen la misma visión del mundo tan fundamentalista como Aznar.
¿Podría asegurarme que por su parte no hay un cierto segragacionismo en función del partido a que vote la persona?? porque para ser radical no es necesario ser segregacionista.
Bueno, lo de citar a Gil Calvo fue aprovechando un anterior comentario mio, pero le aseguro que si bien le valoro como un estudioso honrado e independiente de la sociedad no llego a considerarle mi oráculo en estos asuntos. De cualquier modo le cito un parrafito:
“De modo que cabe felicitarse, pues algo hemos salido ganando de aquel tiempo a esta parte” (la lucha política a la española. Editorial Taurus, 2008, pag 173).
No le niego que la confrontación sea un motor de la historia, uno entre varios. La colaboración es otro. En situaciones representadas por “el dilema del prisionero” la teoría y la práctica muestra que la estrategia óptima es la colaboración.
No soy radical para hacer honor a ninguna iconografía, sino que mi blog hace honor a mi forma de pensar.
Tampoco creo ser radical en todas las manifestaciones de mi vida. Es una pega de mi auto impuesta clandestinidad, y probablemente un defecto de mi forma de escribir, pero transmito involuntariamente una adustez y una hostilidad que no se corresponde con mi carácter. No es Usted el primero que me lo dice. En el trato directo soy mucho más risueño.
Afortunadamente, no todos los votantes del PP son tan fundamentalistas como Aznar, pero haberlos haylos. Y muchos.
Apreciado compañero Gracchus: Poco puedo añadir al fino análisis de la situación vertido en su post, coincido con don Raúl Pleguezuelo en que los del lado oscuro son mucho más compactos que nosotros.
Lo que si puedo es agradecerle su intervención en mundo frito, que es su casa y la del que quiera pasearse.
¿Su "Gracchus" tiene algo que ver con ´Cayo Sempronio Graco,? (líder del partido plebeyo en la República Romana y asesinado ignominiosamente a causa de su proyecto de reforma agraria. Ese me caía bien.)
Salud, Paz y Amor
Envidiado fritus:
El Babeuf que me da nombre, se llamó en la cuna François Nicolas. Gracchus es un pseudónimo, en honor del Gracus romano. Creo que le caía tan bien como a Usted.
Un saludote.
¡Pero que grasioso Gaesus, qué grasioso refinero vareto!
También podías haberle nombrado "En la achucha finá", "En la escucha finás", u otra grasia ppsoera de ringorrango.
Primero aprended a escribir, amueblad bien el tarro, pensad bien, y luego podréis hablar de política, y no de ppsoelítica y todo eso...
Estimado "er sorro":
En primer lugar, bienvenido a mi casa, considerala tuya.
En segundo lugar, no comprendo muy bien tu jerga. Creo adivinar que me aconsejas aprender a escribir. Es paradójico.
No he comprendido nada más. Espero tus visitas. Un saludo.
Publicar un comentario